La gran decepción africana
En las fechas previas al Mundial de Sudáfrica, los futbolistas africanos se mostraban especialmente esperanzados ante la posibilidad de hacer algo grande en el primer gran torneo en su continente. Recuerdo unas entrevistas al getafense Boateng y al sevillista Zokora, en las que ambos jugadores se mostraban plenamente confiados y reconocían en un tono ilusionado que éste iba a ser el gran momento del fútbol africano y su gran salto de calidad, como si se tratara de una cuestión del honor de todo un pueblo.
Sin embargo, la primera fase del torneo ha acabado con los sueños de todos sus equipos a excepción de Ghana y de Costa de Marfil, aunque la supervivencia de ésta última pende de un hilo. Ante tanta decepción, es natural que haya surgido un debate sobre las causas de la debacle.
Es cierto que en muchas ocasiones los europeos tendemos a introducir en el mismo saco a todas las selecciones africanas bajo la etiqueta de un juego aguerrido, musculoso, anárquico, débil en defensa, poco creativo y muy dependiente de los destellos de sus figuras. Y a eso se le considera -de forma simplona- la naturaleza del fútbol africano. Y tampoco es posible meter en el mismo saco a Sudáfrica, Nigeria, Ghana, Camerún, Costa de Marfil y Argelia, los representantes africanos en Sudáfrica. A pesar de ello, hay algunos motivos comunes para la reflexión.
El star system
Las selecciones africanas cuentan con algunos jugadores que han despuntado en los principales equipos europeos, hasta convertirse en verdaderos ídolos en sus países y líderes espirituales en sus selecciones. Este hecho ha podido acarrear una pérdida del sentido colectivo del juego para adaptarse a las virtudes de ese particular mascarón de proa. O bien, esta situación puede hacer que esas grandes estrellas busquen más la gloria personal que el juego en equipo y la solidaridad con sus compañeros.
Entrenadores extranjeros
Ya en la primera participación africana en un Mundial, la de Egipto en 1934, el entrenador era un escocés: James McRae. Esta tradición parece que se ha mantenido y se ha llevado hasta extremos bizarros en este campeonato, como prueba el fichaje de Sven-Göran Eriksson por Costa de Marfil a dos meses escasos del inicio del torneo. También ha ocurrido algo similar con el también sueco Lars Lagerbäck al frente de Nigeria. Y es muy difícil conocer bien a una selección con apenas dos meses de margen y, además, sin dominar ninguno de los idiomas locales, como en el caso de Erikson.
El lastre de la táctica
En el análisis sobre las causas de la debacle, hay quien asegura que los entrenadores extranjeros han intentado imponer un orden táctico muy estricto, el cual lastra la habitual alegría en el juego de los países africanos. Este hecho en concreto se ha podido ver, por ejemplo, en el caso de Eto'o, quien estuvo recluido en la banda derecha durante buena parte del torneo, un lugar en el que no ha logrado ofrecer su mejor cara.
La dispersión internacional
Si descontamos a la selección anfitriona, el 93% de los jugadores africanos que hay en el Mundial juegan fuera de sus respectivos países. En el caso de Nigeria, no hay un solo hombre que milite en su torneo nacional. Este hecho hace que sea muy difícil la búsqueda de un estilo propio en esos equipos.
Otros factores
El fútbol está lleno de factores imprevisibles, y en este Mundial parecen haberse vuelta en contra de las selecciones africanas. Algunos de sus jugadores más importantes, como Obi Mikel (Nigeria) o Essien (Ghana) no han podido acudir al torneo por lesión. Del mismo modo, la absurda expulsión de Kaita o el increíble error de Yakubu han resultado determinantes para la suerte nigeriana.
¿Cuáles crees que son los factores que han resultado más determinantes en este torneo? ¿Qué medidas deberían tomar las federaciones africanas?
Fuente: elmundo.es
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